Érase una vez una clase de literatura universal formada por un profesor –como
toda clase debe de tener− y sus catorce alumnos. Llegados de unas largas –cortas
para otros muchos− vacaciones se sumergían en el mundo de los libros. Mientras
uno de ellos mantenía su imaginación con vida, luchando contra piratas junto
con el mismísimo Peter Pan, el resto vivía en la realidad, manteniendo su
atención en la nueva lectura de aquel trimestre: El Jugador, escrita por Fiodor
Dostoievsky.
Quedaba poco para tocar la sirena que indicaba el cambio de clase cuando el
profesor les mencionó dos citas de este escritor ruso para que reflexionaran
sobre ellas.
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El hombre de Vitruvio, Leonardo da Vinci |
"El hombre es un misterio, hay
que resolver el misterio y si uno pasa la mayor parte de su vida intentando
resolver el misterio: no dirán que ha perdido el tiempo."
(Carta a su hermano, 1839)
Desde el inicio de los tiempos hemos tratado de averiguar preguntas básicas
para el ser humano. Las preguntas esenciales de la vida se repiten generación
tras generación: cuál es el sentido de la vida, el bien, el mal, la muerte, el
dolor... en definitiva, qué es el ser humano y cómo puede ser feliz. En nuestro
mundo actual estas preguntas siguen teniendo vigencia, pero tal y como menciona
Dostoievski, todo aquel que intente encontrar respuestas a estas preguntas no
está perdiendo el tiempo.

Pero… ¿realmente es una pérdida de tiempo el intentar resolver el misterio
del ser humano?

No sé vosotros, pero a mí me parece un buen inicio para encontrar
respuestas a nuestros enigmas. Sin embargo, poco a poco fueron surgiendo
personas que se revelaron y dejaron de pensar... digámoslo así “míticamente”,
para después poder utilizar inteligentemente la razón como el conocimiento y el
dominio de la única realidad.
Mucho más tarde surgió la ciencia. Recuerdo como el año pasado estudiábamos
al famoso método científico y sus pasos para que el problema, la pregunta, la
duda de alguien llegara a ser una ley o principio. Por supuesto, tal y como nos
explicó nuestro profesor, muchos resultados, conclusiones eran rechazados, pero
eso no significaba la pérdida de tiempo de una persona, sino que esa hipótesis
podía servir de ayuda a cualquier otro para dar con la clave de su misterio.

No obstante, la ciencia no es la única en busca de respuestas, también lo
es la religión. La historia de Adam y Eva como explicación del origen del ser
humano según el cristianismo es un buen ejemplo, pero entonces, ¿cuál es la
respuesta acertada a los enigmas del hombre? Muchos de nosotros diremos que la
que se basa en la realidad, descartando así la teoría de los griegos, por
ejemplo.
Pero… ¿qué es real?
Sin dejar de lado a nuestro querido Dostoievsky, veamos lo que es real para
él, el concepto realismo desde su punto de vista.
«Por mi parte indicaré que casi toda
realidad, aunque tiene sus leyes inmutables, casi siempre es increíble e
inverosímil. Y a veces cuanto más real es un hecho tanto más inverosímil
parece»
(El idiota, 1869)
Lo sé, a
primera vista parece todo un trabalenguas, incluso a mi misma me ha costado un
tiempo comprenderlo, pero no es tan complicado como parece.
Esta cita −sacada
de El Idiota, una de sus novelas más importantes− expone la realidad como algo
que, a pesar de ser real, no es creíble.
Os pondré un
claro y reciente ejemplo. En el artículo 19 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos se lee: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión
y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus
opiniones, el de investigar y de recibir informaciones y opiniones, y el de
difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
Este fue impuesto en 1948, y aún hoy día, en el mismísimo siglo XXI, como
podemos ver por el famoso atentado terrorista en París, por la muerte del
director del semanario satírico Charlie Hebdo, sigue sin cumplirse dicho
artículo. Y dicha noticia es tan famosa por el impacto que nos ha causado.
Porque hablamos de unos dibujos contra balas. Porque claro que la ofensa contra
el profeta Mahoma afecta a los musulmanes, pero nada justifica ni el terror ni
el ataque a lo más sagrado que es la vida. Y esto es un suceso real, por mucho
que nos cueste creerlo. Y es a esto a lo que se refería Dostoievsky. A que la
realidad supera la ficción.
Entonces,
retomando la pregunta de antes… ¿qué es real?
El otro día
mi profesora de filosofía decía que lo real es lo que existe. Si no existes, no
eres real.
Y esto me
hizo reflexionar y concluir en que no estaba de acuerdo con ella.
Relacionamos
la realidad a lo que vivimos, al día y día, a los acontecimientos que ocurren,
a un caballo… pero cosas como los unicornios, el Conde Drácula, el infierno…
eso lo relacionamos como irreal.
A mi modo de
ver, la mayoría de la sociedad no le gusta la realidad en que vivimos. Supongo que todos tenemos esta imagen en la cabeza de
cómo se supone que queremos que ocurran las cosas, cuando luego la realidad nos
golpea. Como Dostoievsky declara, la realidad casi siempre es
inverosímil. Problemas como que una parte del mundo vive en extrema pobreza y
hambre, que de las millones de personas que viven en este mundo no encuentres a
tu media naranja o simplemente tu amor no sea correspondido, que tus padres no
te acepten tal y como eres, que te sientas solo y un gran etcétera.
Y es que
queridos amigos, desde que doy uso a la razón, la vida no es justa, ni tampoco
perfecta. Es por esto que vivimos en busca de nuestro final feliz. Sí
sí, ese final de Disney en el que el príncipe acaba besando a la princesa y comieron
perdices y vivieron felices.

Los
sentimientos, en todas las novelas, películas, obras de arte,... son muy
reales, dejando aparte la ficción. Cojamos la obra más famosa y ficticia que
existe: Star Wars. ¿Quién no te dice que te puedes sentir identificado con
Anakin Skywalker porque se unió a los sith como Darth Vader para poder salvar a
su esposa Padme Amidala? Pienso que mucho de nosotros daríamos lo que fuera por
amor, y a pesar de toda la ficción de esta obra como de muchas, los
sentimientos son reales.

Por lo
tanto, a mi modo de ver, construimos historias fantásticas, nos sumergimos en
estas sólo para escapar de la realidad.

Por
supuesto, decir que la realidad no es la misma para cada uno de nosotros. Cada
uno la percibe a su manera. Mientras que para unos el único dios que existe es
Dios padre, para otros es Alá. Mientras que para las mujeres del Decamerón el
amor era algo abierto, carnal para Romeo, por ejemplo, era algo muy pasional y
platónico. Mientras que para mí el cielo es de color azul para un daltónico es
amarillo. Nadie se equivoca, nadie está loco, simplemente como diría Cheshire: “mi realidad es diferente a la tuya”.
Como ya he mencionado antes, la mayoría de nosotros intentamos huir de la
realidad, recurriendo la ficción. Esta ha sido asignada por siglos como "falsa",
sin embargo, como ya dije, la buena ficción ofrece más verdad sobre el mundo,
sobre la vida, e incluso sobre el lector, que puede encontrarse en la
no-ficción.

Y es entonces cuando empiezas a comprender por qué Peter Pan no quería
crecer.
Sin embargo Peter Pan no es real, ni
esto es un barco rodeado por piratas y mucho menos Nunca Jamás, así que vuelve
a la realidad.
¡Estupendo Paula! Enhorabuena.
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