Gira y gira la ruleta en movimiento,
un futuro infernal es lo que está en juego.
¡Vamos! ¡Apuesta! ¿Qué es lo que temes?
¿Conocer el resultado y ver que has perdido todo lo que tienes?
¿Recuerdas?
Aquel día mientras el sol se levantaba sobre San Petersburgo,
consciente de que eras el siguiente en ser asesinado,
soldados con fusiles en mano,
tú eras el siguiente que sería ejecutado.
Mirabas el espectáculo horrorizado,
y justo cuando ibas a ser ejecutado,
un mensajero anunció algo sorprendente,
había estado a un paso de la muerte,
Dios lo había salvado.
Experimentando estar a un instante de la propia muerte
La sensación de mirar al abismo justo enfrente
¿Había finalizado?
No.
Se queda dentro y crece,
contaminando la pequeña mente,
es todo resentimiento,
el futuro se fragmenta,
inestable y dudoso se vuelve.
¡Zéro!
Gritó el croupier
Golpe de suerte monstruoso
¿Sientes que tu vida depende del negro o del rojo?
Su mundo era como una ruleta:
Podía ser imprecisa e impredecible,
excitante o amarga,
darle mucho o quitarle todo,
hacerle ganador o perdedor.
Quizá el destino se la ha vuelto a jugar.
¿Necesitaba ganar para vivir
o vivir para ganar?
No deseaba ese vulgar deseo de ganar,
él era un hombre arruinado y loco,
Consumiendo adrenalina de ese demonio.
Y es que él vive siempre al lado de la ruleta,
Al borde del abismo de la eternidad,
Va adaptándose a esa oscuridad.
Y rueda lentamente su más grande deseo,
al canto de una apuesta que no podrá ganar.
Quizás toda su vida sea una gran farsa,
pero esta noche apostará todo a una carta.
Dolor, placer;
El jugador un adicto al sonido de las ruletas es,
tan parecido al de las serpientes de cascabel.
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