domingo, 23 de noviembre de 2014

La vida es como una obra de teatro~


El teatro, como el arte o la música, es uno de los elementos fundamentales de nuestra civilización, ¿o si no como me explicáis que haya perdurado hasta ahora? Sin embargo, hay muchas personas que creen que el teatro no es importante porque hay formas más inmediatas de entretenimiento como el cine, la televisión, etc. ¿No os resulta esto un poco debate? “¿Cual es el más importante, el cine o el teatro?”. En mi opinión, resultaría un debate estúpido. Al fin y al cabo, la misión del teatro y del cine  es la misma: contar una historia. Pero eso sí, que sepáis que el teatro tiene más mérito. El teatro está vivo. Cuando ves una obra teatral, está sucediendo delante de tus ojos, en directo, e incluso los actores pueden improvisar y eso solo lo hace más emocionante. Pero claro, pensamos en hoy en día. Decidme, ¿a qué os invitan vuestros amigos?, ¿a ver una película en el cine o a ver una obra en el teatro? Y es que resulta triste que uno de los mayores artes del mundo como el teatro se esté perdiendo por culpa de la cinematografía, y no con esto estoy diciendo que no me guste esta última.


Es solo que, si lo pensamos bien, el cine ha nacido del teatro. Ambos con el objetivo de entretener, ¿pero no resulta más falso el cine respecto al teatro? El cine te da lo que el director quiere que veas, centrando los planos, usando efectos especiales, modificando la realidad. Resulta como más irreal; no obstante, el teatro resulta más natural.


Y es que, es por esto que pensamos que el teatro no está presente en nuestras vidas, que es algo antiguo, pues vivimos en una civilización tecnológica, en una sociedad caracterizada por una abrumadora presencia de modernos dispositivos tecnológicos que, al igual que acortan distancias entre las personas, nos alejan de la realidad.


Sin embargo, el teatro está muy presente en nuestras vidas aunque no lo creamos. Al menos en mi caso, que ya desde pequeña me sumergieron en el mundo de la interpretación. Lo recuerdo bastante bien. Fue en un pueblo diferente al que vivo, Gualchos, donde vive mi tía, en el que fui la protagonista ―sí, puede resultar increíble, pero era pequeña y en aquellos tiempos mi único deseo era llamar la atención― de una interpretación de La ratita presumida cuando era simplemente una niña, creo que con el objetivo de recaudar dinero para algo. Puede sonar incrédulo, pero lo que más recuerdo de aquel momento es a mí, vestida de ratoncita, barriendo y canturreando Tra, lará, larita, limpio mi casita, tra, lará, larita, limpio mi casita; y es que según mi madre, era mi parte favorita. Antes de que llegara el día, me pasaba el día practicando esa parte en mi casa. El caso es que me metía en el papel, porque en ese entonces yo era muy coqueta. 

Pero mi momento de gloria terminó ahí. Me he disfrazado para el colegio en muchas ocasiones: de pastorcilla, de faraona, de bruja… y recuerdo muchas canciones interpretadas para el día de la Paz, de la mujer, de Andalucía y más delante de todo el colegio organizadas por nuestro profesor de música, Nacho; pero ninguna se asemeja tanto a lo que es una obra teatral como la de la Ratita Presumida. Tal vez una actuación de danza sincronizada en aquellos tiempos en los que yo daba clases de baile ―salsa en concreto―, o en el coro de navidad (que podríamos asemejar con un musical).



Pero todo ese atrevimiento que poseía de niña se esfumó ―no me preguntéis porqué, ni yo misma lo sé―, pero, creo que el destino quiso darme una nueva oportunidad en primero de ESO que, por culpa de amistades, me apunté a crear una representación de Romeo y Julieta ―mi madre alucinando―. Simplemente deciros que aguanté bastante. Me tocó el papel de la ama de Julieta, y claro, en esa época ni siquiera conocía la obra, solo sabía que Romeo y Julieta se amaban, así que yo solo memorizaba mis diálogos en casa sin entender la situación de la obra, luego llegaba al instituto a las cinco de la tarde y, todo lo que me sabía palabra por palabra ―os juro que tengo buena memoria― se me eliminaba por completo del cerebro. Me quedaba en blanco absolutamente. Me convertía en tal tomate que incluso tartamudeaba mientras leía, y yo pensaba “si esto me pasa aquí con los que se suponen que son mis compañeros, el día que lo tenga que hacer delante del público me da algo”. Así que sí, lo dejé con la escusa de “es que tengo muchas cosas que estudiar, no tengo tiempo para venir ―pura mentira―” pero la verdadera razón digamos que era mi… miedo ―no creo que fuese miedo, sino más bien la señora vergüenza― escénico.



Pero no creo que lo haya dejado por completo. En mi tiempo libre participo en roles por internet que, aunque sea mediante palabras, interpreto personajes y, al igual que un actor, siento como si llevase varias vidas. Para ser un buen actor en teatro debes meterte en la piel del personaje y, aunque no es mi caso, lo he visto en muchas representaciones.

Hipólito y Fedra
Sabe Dios cuantas representaciones he visto en el salón de actos de mi colegio de primaria y en el auditorio de mi pueblo: La vida es un sueño, El Kiosko, Alicia en el país de las maravillas, El mago de Oz, e incluso en inglés, como The Time Machine.
La más reciente que recuerdo haber visto fue una el año pasado, con mi clase de griego y latín, llamada Hipólito, la cual disfruté mucho porque me encanta la mitología y esa obra era justo eso. ¿Sabíais que ―al igual que pasa con Romeo y Julieta con el coro al inicio de la obra― los griegos ya presentaban como acabaría la obra desde un principio? En este caso, era la diosa Afrodita, que decía el destino de Hipólito nada más empezar la obra, que sería su muerte por parte de su padre. No sé vosotros, pero a mí me pareció un dato curioso. Ahora en la actualidad, con las películas, lo que queremos de la película es seguirla para conocer su final ―¿acaso hay alguien que no odie que le hagan spoiler?―, pero antiguamente, el objetivo del teatro era hacer interesante una historia ya conocida.


Y no solo sé del teatro por la educación, también tengo unos vecinos ―solo en verano― de la Zubia que realizan obras de teatro (Grupo Aral), pero de tema religioso, es decir, de historia sacadas de la biblia, algo así. Sí, lo sé, muchos pensaréis “aburrimiento” pero no exactamente. En mi caso, la biblia y yo no tenemos una conexión muy especial que digamos, pero la forma en que interpretan es muy divertida a la vez que didáctica. Pero, sobre todo, lo que más me gusta cuando voy a verlos, es lo mucho que se divierten sobre el escenario, porque se nota. Hay niños pequeños, más mayores, adolescentes, adultos, incluso de la tercera edad y todos son como una gran familia que disfrutan interpretando.



Y si no fuera suficiente con esto, cuando viajé a Inglaterra, pude disfrutar de un inesperado baile en las calles de Londres, conocido como "flashmob"Tal vez este no sea uno de los subgéneros del teatro pero, ¿y por qué no considerarlo como tal? Al fin y al cabo, es una interpretación en tiempo real que entretiene y fascina.



¿Veis? Todo eso ―y lo que mi memoria no recuerde― en 17 años. El teatro influye mucho en nosotros. Desde mi punto de vista, es como que la novela describe los sentimientos, que la poseía trasmite de forma bella por medio de las palabras y que en el teatro se interpretan, se sienten mediante los actores. Así que, si leer “sigue estando de moda”, ¿por qué no ir al teatro? Al igual que para un libro, puedes elegir: tragedia, comedia, musical… así que, ¿Por qué no?
Al fin y al cabo, como en la novela pasa, el teatro hace que olvidemos nuestros problemas para sumergirnos en otros de una historia. Si tal y como Federico García Lorca decía: “el  teatro es poseía que se sale del libro para hacerse humana”.



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